jueves, enero 12, 2017

Luis García Montero

España como vergüenza propia

No ha sido fácil la relación de los poetas con España. Blas de Otero abrió los ojos para ver el rostro terrible de su patria. Jaime Gil de Biedma sintió que habitaba un país de todos los demonios donde la historia siempre acaba mal. Y Joan Margarit recordó una existencia de guerras, himnos y crueldades en la que el águila de la bandera franquista imponía, junto a la rapiña, un insoportable olor a gallinaza.

Supongo que esta incomodidad con las realidades españolas se debe a que la poesía utiliza la ficción y las palabras para buscar la verdad personal. El tradicionalismo español, por el contrario, ha convertido a España en una inmensa mentira. El destino fijado por la victoria franquista en 1939 sacralizó con la ayuda de la Iglesia la mentira de un país que se decía universal, imperial, glorioso, mientras se iba quedando solo y miserable entre los países de su entorno. La única verdad del franquismo fue su crueldad. Lo demás supuso un decorado hueco, una creencia de cartón piedra, sometida a intereses reales de países como Alemania (primero) o Inglaterra (después). Nota aquí.


0 comentarios: